lunes, 25 de octubre de 2010

SOL



Destejería sus rayos en la fuente,
navegaba triunfante por el río,
espléndido iba Febo en su navío
derramando los oros de su frente.


y la tierra callada y obediente,
aún cubierta de gotas de rocío,
engalanó su fértil atavío
con el beso de luz del sol naciente.


Rey brillante, dorado y luminoso,
a quien el mundo entero rinde culto,
mi gratitud hasta tu trono sube.


Siempre serás un mítico coloso
que nadie quiere ver jamás oculto
ni siquiera en el velo de una nube.

ELIZABET ANDREA SANCASSANI